El estoicismo

Toda la filosofía clásica está llena de buenos consejos al final de los cuales se encuentra nuestra felicidad. Pitágoras nos dejó los versos siguientes: No cometas nunca / una acción vergonzosa, / ni con alguien ni a solas. / Ante todo, / respétate a ti mismo. Platón nos enseñó que controlando los malos apetitos encontraremos el alma sosegada. Y para Aristóteles la práctica de las virtudes es el camino que conduce a la felicidad.

Entre todas las escuelas griegas que pretenden enseñarnos a alcanzar la felicidad destaca la de los Estoicos, la Stoa. Fundada por Zenón alrededor del año 300 a.C. se mantuvo con bastante actividad durante 500 años, hasta el siglo II. Cuando en el año 312 Constantino legalizó el cristianismo, ya se encontraba en decadencia, y desapareció por completo cuando en el año 529 Justiniano cerró todas las escuelas de Atenas (Liceo, Academia y Stoa) acabando con la antigua tradición filosófica grecorromana. Entre sus seguidores destacan Cicerón (106-43 a.C.), Séneca (4-65), Epicteto (50-120) y el emperador Marco Aurelio (121-180). Actualmente el estoicismo ha recuperado un nivel importante de su antigua pujanza.

Los estoicos dividen su filosofía en tres partes: física, lógica y ética. La física es necesaria porque el hombre necesita conocer el universo para controlar sus pasiones, ya que las pasiones son fruto de la ignorancia. También necesita dominar los deseos. Todos tenemos cosas propias, pero también hay cosas que no son nuestras y podemos desear. Al control del deseo le corresponden la famosa aceptación estoica y las virtudes del valor y la templanza. Para los estoicos el conocimiento de la física nos ayuda a valorar qué es lo que podemos o no podemos desear. Es necesario que ajustemos, nuestros deseos a lo que el mundo puede darnos, pues de lo contrario viviremos en una frustración continua. Por eso necesitamos de la física para conocer el mundo. Para ellos el mundo se repite de forma cíclica, claro antecedente del eterno retorno de Nietzsche. La naturaleza se identifica con la divinidad y está regida por una ley de razón universal que determina el futuro, por lo que éste se hace predecible. Determinismo. No obstante, en este plan general del destino existe un cierto grado de contingencia y libertad para el hombre, cuya razón es una participación de la razón universal. Por eso, cuando el hombre llega a entender el sentido del universo, puede vivir conforme a su naturaleza racional y puede comprender que en el universo todo es necesario, incluso el sufrimiento y la muerte.

Otra disciplina cultivada en la Stoa era la conocida como la concienciación estoica. Con frecuencia todos tenemos que hacer frente a situaciones que requieren que demos o deneguemos nuestro consentimiento, para lo cual es importante pensar correctamente, con objeto de analizar bien los hechos antes de tomar una decisión. El estudio de la lógica será la herramienta adecuada para este menester, al que le corresponde la virtud de la sabiduría práctica. Para los estoicos todos tenemos unas nociones comunes, innatas, producto de la intuición, que nos conducen a la certeza; posteriormente, por la experiencia, es la percepción la que va conformando nuestras ideas; finalmente, con la razón afianzamos y validamos todo lo anterior. Todo ello nos mostrará cuáles son las cosas sobre las que podemos actuar y cuáles son aquellas sobre las que no tenemos ningún control, y nos permitirá también anticiparnos a los acontecimientos para mentalizarnos adecuadamente ante lo que está por venir, con objeto de que cuando llegue nos encuentre preparados.

El verdadero interés de los estoicos es la moral. Su ética está basada en la autarquía, en el hombre autosuficiente que se basta a sí mismo. A través de la acción cultivan la filantropía estoica, que tiene su fundamento en la virtud de la justicia. El bien supremo de los estoicos es la felicidad, que no depende de los placeres sino de la práctica de la virtud, que, para ellos, en términos generales, consiste en la conformidad de la razón con el orden natural de las cosas, aceptando el mundo como es, amoldándose al destino. Pero para conseguir la autarquía completa y la imperturbabilidad frente al mundo, es necesario también saber renunciar a algunas cosas, de ahí que el estoico practique la renuncia a lo que para otros son necesidades y sepa también despojarse de sus pasiones.

Las cuatro virtudes estoicas mencionadas son de inspiración socrática. El valor, o Fortaleza, hay que considerarlo en su doble aspecto físico y moral, valor en la batalla, pero también valor para cumplir con nuestro deber en condiciones adversas. La Templanza es la virtud que nos ayudará a dominar los deseos y a evitar los excesos de todo tipo. La sabiduría práctica o Prudencia, es la virtud por excelencia, pues es buena en términos absolutos, en todas las circunstancias que nos podemos encontrar en la vida. Y, finalmente, la Justicia, que es la virtud que permitirá tratar con dignidad a las personas que nos rodean. Además, para los estoicos, estas cuatro virtudes, que pasarán después a la tradición cristiana, no tienen ningún valor si no se practican conjuntamente.

El Estoicismo supone una superación de las clases sociales y de las religiones. Es como un campo abierto a ricos y pobres y también a creyentes y ateos, pues una vida digna consiste básicamente en cultivarse uno mismo, en ocuparse de los demás y en saber desprenderse de algunas cosas materiales. Ellos piensan que el universo está gobernado o estructurado por lo que llaman el Logos. Una persona religiosa puede interpretar el Logos como un atributo de su Dios y un ateo lo puede ver como la causa de que el cosmos esté organizado de una manera racional. Epicteto creía en la Providencia como si se tratara de un plan general para el cosmos. En cualquier caso, el Logos implica un sentido de nuestras relaciones con el cosmos y nuestra posición dentro del mismo. Esta Naturaleza-Dios estará más tarde en la base de la filosofía de Spinoza.

La doctrina estoica, a pesar de ser muy exigente, ha recobrado actualmente gran parte de su valor, como demuestran los éxitos editoriales de los libros de Massimo Pigliucci, “Cómo ser un Estoico” o “Mi cuaderno estoico”, lo que en parte se debe a cómo supo divulgarla Epicteto, con sus libros escritos al modo de manual práctico llenos de consejos para nuestra vida diaria. De los consejos de Epicteto nos ocuparemos otro día.     

Fotografía: Estatua de Séneca en Córdoba, su ciudad natal

6 respuestas a “El estoicismo

  1. Enrique, soy Jaime Reguart. Un gusto el encontrarte tras la escuela. Con un pensamiento que me seduce. Me apunto a seguir tu blog que conozco gracias a Javier. Ataraxia.

    Me gusta

  2. Gracias Jaime, me alegro de saludarte, y de que podamos cambiar puntos de vista a través de esta página. Espero con gusto tus comentarios para aprender de lo que me vayas comentando. Por mi parte intentaré responderte en lo que pueda.

    Me gusta

  3. Eduardo, creo que tienes razón. Ambos se refieren expresamente al control de los deseos, a llevar una vida recta, a saber renunciar a algunas cosas y a la aceptación resignada de lo que nos pueda suceder. Además, lo mismo que el estoico puede interpretar el Logos que rige el universo como un atributo de su Dios o simplemente como las leyes de la Física, el budista puede pensar que después de la vida puede llegar la nada o puede haber un retorno al Dios Brahama. Gracias por tu comentario.

    Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s