
El hombre es un ser social. No puede vivir solo. Todo lo que nos rodea en cualquier lugar es testimonio de la presencia de otros hombres. La puesta en evidencia de esta circunstancia es de origen romano, lo que no quiere decir que Platón y Aristóteles no percibieran que el hombre no puede vivir al margen de la compañía de otros seres humanos. Simplemente no consideraron que esta condición fuera algo exclusivo de nuestra especie, ya que la compartimos con otras formas de existencia animal.
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