Energía para todos

La energía es una de las magnitudes más importantes de la física. A ella se refiere la ecuación más famosa de esta ciencia, E=mc2, y por eso la palabra energía es la que más se repite en los artículos hemos venido publicando durante los últimos meses. Todos la necesitamos y la consumimos a diario. Pero la energía tiene también una faceta social.

Actualmente las fuentes de energía que utilizamos son el viento, las corrientes de agua, el sol, algunas reacciones nucleares, el carbón, algunos gases y el petróleo. A grandes rasgos podemos decir que exceptuando las dos últimas todas las demás las usamos de forma casi exclusiva transformando estas energías en electricidad. El gas, además de utilizarlo para producir electricidad, lo usamos también de forma directa. Los derivados del petróleo encuentran su mayor aplicación en el transporte.

Los retos que la energía nos plantea actualmente son de diversa índole y todos igualmente importantes. Por el uso que la humanidad hace de ella nos encontramos con un reto de abastecimiento, pues la energía disponible es limitada y los consumidores somos cada vez más numerosos. Esto nos obliga a investigar sobre nuevas fuentes de energía y sobre la eficiencia de los sistemas actuales. Los residuos que genera su consumo nos plantean grandes problemas de contaminación. Si no resolvemos estos problemas acabaremos destruyendo nuestro planeta. Por último, nos enfrenta a un reto de igualdad y reparto entre todos de este bien que a todos nos pertenece por igual. La energía disponible es de todos con independencia de quién haya llegado a ella primero. Este reto es menos conocido y a él nos vamos a referir a continuación.

En nuestra cultura occidental, el uso y consumo de la energía es una de las actividades que llevamos a cabo con mayor comodidad: pulsar un interruptor, girar la llave del gas o poner en marcha un coche no requiere ningún esfuerzo y nos abre unas posibilidades enormes. En esta situación de comodidad extrema no nos percatamos de lo que supone la carencia de energía o la imposibilidad de disponer de ella bajo su modalidad de electricidad. Pues bien, aunque a los occidentales nos parezca increíble, en el mundo actual hay 700 millones de personas que no tienen acceso a la electricidad, con el grado de pobreza que ello conlleva, cifra que aumenta considerablemente si contabilizamos los que están electrificados por debajo de unos mínimos que hacen su utilidad casi nula. Suministrar energía eléctrica a un poblado que no la tiene supone un salto cualitativo sin precedentes en su nivel de vida y sus posibilidades de progreso: más horas de actividad para los mayores, posibilidades de más horas de estudio para los niños, opciones de abrir pequeños negocios, equipamiento para los centros de atención sanitaria, mejores escuelas, creación de nuevos puestos de trabajo, facilidades para cocinar y llevar a cabo algunas tareas domésticas, y todo lo que se nos pueda ocurrir, como actividades de ocio y carga de teléfonos móviles. La electrificación es sin duda un elemento que contribuye al crecimiento económico y a mitigar la pobreza.

¿Resulta muy costoso llevar la energía eléctrica a las poblaciones que no la tienen? No, si se hace de forma racional, instalando primero sistemas solares unifamiliares y en fases posteriores, cuando los niveles de consumo lo permitan y lo hagan rentable, construyendo micro-redes o haciendo llegar las redes generales de suministro de energía eléctrica. Experiencias en este tipo de electrificaciones hay muchas y se han llevado a cabo con éxito. La planificación general tiene que venir del gobierno del país, adaptada a las necesidades de cada zona, ofreciendo a las empresas una regulación que haga los proyectos atractivos y ofreciendo a los usuarios un equipamiento seguro y fiable que permita su crecimiento y con un precio reducido por el consumo de energía. Para este tipo de proyectos suele haber financiación del Banco Mundial y del Banco Iberoamericano para el Desarrollo.

Un punto importante a tener en cuenta a la hora de apoyar o financiar estos proyectos son los recursos energéticos y minerales de cada zona. Tomemos como ejemplo el caso de África, donde casi la mitad de su población vive sin electricidad. Más de 620 millones de personas, principalmente del África subsahariana, no dispone de energía eléctrica. Si nos ponemos delante un mapa con sus recursos nos encontramos con que tiene horas de sol suficientes para instalaciones solares en todo el continente; tiene vientos adecuados para instalaciones eólicas en el cono sur y en una ancha franja que abarca todo el norte; tiene recursos hidráulicos en una amplia zona central que recorre todo el mapa de este a oeste; y tiene combustibles fósiles -carbón, petróleo y gas- diseminados principalmente por la mitad sur. Pero además dispone de las materias primas necesarias para la fabricación y construcción de los sistemas eléctricos: litio, cobalto, grafito y níquel para las baterías; aluminio y cobre para las redes eléctricas; tierras raras para los aerogeneradores; y cobre, plata y silicio para los paneles fotovoltaicos. ¿Por qué no están aprovechados todos estos recursos energéticos? Por falta de inversiones. Y el problema se agrava si se tienen en cuenta las previsiones demográficas para los próximos años: En el año 2025 su población duplicará la de India y China; en el año 2040 uno de cada dos nacimientos tendrá lugar en África; y en 2050 su población superará los 2.000 millones de personas. Es evidente que si se quiere avanzar, la electrificación tiene que ir más deprisa que los crecimientos demográficos.

Pero África no está sola en este empeño. África tiene derecho a industrializarse y para ello es imprescindible su electrificación plena. Siendo un continente vecino de Europa, nosotros nos hemos comprometido en su ayuda, de manera que al mismo tiempo que cumplimos nuestros compromisos de ir alcanzando una energía verde, buscamos también que África tenga una electrificación limpia y equilibrada. África ofrece grandes oportunidades de negocio y Europa puede aportar una gran experiencia. Para concretar esta colaboración se ha creado una organización para asuntos relacionados con la energía de interés mutuo entre África y Europa, denominada AEEP, que tiene entre sus objetivos, “conectar los dos continentes para facilitar el acceso universal de África a una energía moderna, sostenible y a buen precio”. Las guerras y la burocracia son el freno de ésta y otras actividades similares.

Imagen.- Mapa del mundo durante la noche.

Datos.- Algunos de los datos que se citan están tomados de la video-conferencia que el Dr. Kandeh K. Yumkella pronunció para la Real Academia de Ingeniería el 21 de Enero de 2022.

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