
Se puede decir que un hombre vive en libertad cuando no está sometido a ninguna coacción impuesta por la voluntad arbitraria de otras personas. Esta definición responde a un estar libre-de, y tiene una connotación negativa por cuanto se trata de evitar algo no deseado. En un sentido más positivo la libertad es libertad-para, que es la libertad que necesitamos para construir nuestra propia vida. Las dos acepciones son igualmente importantes, pues, además de que no se puede cumplir la segunda si no se da la primera, están articuladas conjuntamente en un mismo sentir humano de libertad.
Cuando vamos desplegando nuestro ser en el transcurrir de la existencia de cada uno, dice Zubiri que el hombre desempeña tres papeles distintos, ya que todos somos agentes, autores y actores de nuestras vidas. Agentes ejecutores de todos los actos que nos corresponden por formar parte de la naturaleza; autores porque tenemos que ir creando en cada momento lo que queremos ser; y actores porque tenemos que representar ante los demás la situación que nos ha tocado vivir. Los dos primeros de estos tres papeles están relacionados con la libertad.
Como agente de sus actos el hombre está dotado por la naturaleza de las estructuras necesarias para llevarlos a cabo, pero eso no basta para explicar toda la riqueza de nuestros actos, que necesitan además de la acción de nuestra voluntad, a través de la cual manifestamos lo que queremos ser. Y aquí es donde aparece el significado de ser autor, porque ser autor de mi propia vida es marcar el camino por el que quiero ir. Las acciones de los hombres no quedan explicadas solo por su naturaleza, sino también por esa determinación en virtud de la cual quiero que sean de una determinada manera, eligiendo a mi antojo entre las posibilidades que tengo delante. Es decir, por la libertad para elegir. Agente y autor marchan así al unísono en el ser del hombre como reflejo de su naturaleza y su libertad.
Esta simbiosis es fruto de un proceso de evolución. El ser autor, en el sentido de creador, es algo que tiene su origen en un ser agente que nos precedió en el tiempo. La libertad del hombre brota de la misma naturaleza sin que ésta renuncie a sus propias estructuras, que de esta manera se afianzan y enriquecen en un proceso de unificación del que resulta que la libertad es inseparable de la naturaleza humana.
Por eso nuestra vida es a la vez natural y liberal, naturaleza y libertad, como resultado de un proceso de elevación, una liberación ascensional que al mismo tiempo ha ido fortaleciendo las estructuras que lo soportan. En la base de este proceso están las distintas tendencias que todos llevamos dentro, que se han ido reafirmando en nosotros a lo largo de nuestra vida y son las que nos conducen a la realidad de las cosas. Estas distintas tendencias están reclamando su realización y por eso tenemos que tomar una decisión sobre ellas eligiendo aquellas que nos convienen en cada momento en función de nuestros deseos y nuestros proyectos. La experiencia nos muestra que nosotros vivimos optando a diario por una u otra tendencia, y que lo hacemos de forma que nuestra elección no vaya contra nuestra propia naturaleza y favorezca al mismo tiempo la reorganización de todas nuestras tendencias, para tenerlas controladas y que las acciones que dimanan de ellas sean justamente las mías. De esta forma nuestro acto libre será un acto sin violencia y un acto radicalmente mío.
Y así, reajustando nuestras propias tendencias y eligiendo entre ellas sin dañar nuestra naturaleza, es como vamos configurando no solo nuestra propia vida sino también nuestra propia libertad. Por eso el perfil de nuestra libertad es distinto para cada uno de nosotros, lo mismo que es distinto el grado de libertad que necesitamos, pues ambos dependen de como vayamos modulando nuestras tendencias y nuestra voluntad a lo largo de nuestra vida. También hemos de tener en cuenta que el uso que hagamos hoy de nuestra libertad puede comprometer nuestra libertad de mañana, y que, en cualquier caso, la libertad siempre es limitada sin que sus límites estén bien definidos. Por todo ello se comprende que, aunque la libertad sea absolutamente necesaria para todos, no lo es de igual manera para una persona sometida por vocación y voluntad a una gran disciplina que para un artista que vive para el arte y la creación.
Terminemos con unos comentarios de Zubiri: ”La vida, por eso, no es ni pura naturalidad ni pura liberalidad; es una especie de creación natural. De la naturaleza emerge y a la naturaleza revierte toda decisión libre, y toda liberalidad, haciendo del hombre concreto aquello que él ha querido ser, o por lo menos aquello que de él ha sido”.
Fotografía: Cuadro de Renoir que representa a Monet pintando en su jardín.