La duda cartesiana

El hombre comenzó a filosofar cuando empezó a asombrarse y a extrañarse de las cosas que tenía a la mano. Primero se extrañó de cuanto lo rodeaba y poco a poco se fue cuestionando cosas más graves. Durante siglos la filosofía se desarrolló sobre un concepto tradicional de verdad basado en la percepción sensorial, en la razón y en la revelación divina, bajo los supuestos de que todo lo que existe termina manifestándose de alguna manera y de que nosotros estamos capacitados para entenderlo.

Con Descartes todo esto cambia por completo. Siguiendo lo que nos indicaban los sentidos, siempre habíamos creído que el sol giraba alrededor de la tierra, y con Copérnico la razón vino a corregir a los sentidos para demostranos lo contrario. El descubrimiento del telescopio por Galileo cambia el punto de vista sobre el mundo físico, poniendo de manifiesto nuestra capacidad para fabricar cosas que potencian la capacidad de los sentidos. En el plano religioso, la Reforma de Lutero toca los cimientos de la tradición cristiana, y la teología parece a muchos innecesaria puesto que también se salvan los que la ignoran.

Descartes se encuentra ante una gran inseguridad. El pasado de la filosofía es contradictorio y las cosas que ha estudiado en el colegio de los jesuitas La Flèche de París le parecen inútiles. Sumergido en una situación en la que duda de todo, se propone construir un sistema filosófico del que no se pueda dudar, una filosofía totalmente cierta. ¿Y cuál es su punto de partida? Descartes parte de lo único que tiene, que es su propia duda, una incertidumbre que es la raíz misma de sus problemas. Y es por eso por lo que decide que todo aquello que vaya descubriendo tiene que estar exento de duda. Pero no solo exento de duda para él, sino que, en su sistema, la duda no puede tener cabida ni como posibilidad.

La duda de Descartes no es ninguna trivialidad. No se trata de un sistema para protegernos de los posibles engaños de los sentidos, ni para defendernos de nuestros prejuicios morales; tampoco es un sistema de crítica sistemática para el seguimiento del razonamiento filosófico. La duda cartesiana tiene un alcance mucho más amplio. Descartes hace de la duda el método mismo de su filosofía. Además su impacto en adelante será enorme. Si hasta Descartes el motor de la filosofía había sido la admiración, a parir de él lo será la duda.

La característica principal de la duda cartesiana es su universalidad, pues ningún pensamiento y ninguna experiencia pueden escapar de ella. Por esta condición de universalidad, la duda se extiende a la información que nos ofrecen los sentidos, y a los testimonios que nos proporciona la razón e incluso a la fe, y tiene que ser superada no solo por el propio Descartes sino por todo el mundo.

La filosofía clásica establecía una separación entre Ser y Apariencia, que venía a explicar cómo las apariencias podían encubrir al verdadero ser. Con Descartes esta separación cobra un nuevo sentido más dinámico al considerar que es el propio ser el que puede generar dichas apariencias engañosas, lo cual lo atormenta en un doble sentido: por una parte porque piensa que si no puede confiar en los sentidos ni en la razón ni en sentido común, nada se opone a que todo lo que consideramos realidad no sea solo un mero sueño; y en segundo lugar, porque, si todo esto es así, existe la posibilidad de que estemos dominados por un espíritu maligno que ha puesto en nosotros el concepto de verdad y la imposibilidad de conocerla.

Sumergido en este mar de dudas Descartes piensa que aunque no haya certeza el hombre merece confianza y aunque no haya verdad el hombre puede ser verdadero. Él quiere construir una filosofía totalmente cierta de la que nadie pueda dudar. Únicamente si encuentra algún principio del que nadie pueda dudar lo aceptará para su filosofía. Entonces se da cuenta de que si puede encontrar una solución para sus dudas tiene que brotar de la propia duda, pues “nadie puede dudar de su duda y permanecer inseguro de si duda o no duda”. Por este camino Descartes encuentra su primera verdad, “pienso, luego existo”, de la que no puede dudar. Y aunque es una verdad humilde, antes de buscar otras verdades la analizará para ver en qué consiste su veracidad. Y ve que no puede dudar de ella porque tiene que ser así, porque es evidente. Por eso decide que la evidencia será en adelante su criterio de verdad. De esta forma, ya tiene en su haber una verdad y un criterio seguro para lanzarse a la búsqueda de nuevas verdades.

Cuando Descartes elige la evidencia como criterio de verdad no se refiere a la evidencia que nos ofrecen los sentidos sino a la evidencia que nos ofrece la razón. Por eso su método es racionalismo. Pero con el “pienso luego existo” el mundo ha quedado dividido en dos, el yo pensante y las cosas que están fuera de él, de las que solo conozco con certeza la idea que yo tengo de ellas. Por eso su filosofía es también idealismo.

Descartes es considerado como el primer hombre moderno y con su filosofía, que es al mismo tiempo racionalista e idealista, se inicia la modernidad.

Fotografía: Fotograma de la película La Duda, de John Patrick Shanley

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