
El Idealismo Alemán es uno de los movimientos filosóficos más importantes e influyentes de todos los tiempos. El idealismo trascendental de Kant (1724-1804), el idealismo subjetivo de Fichte (1762-1814), el idealismo objetivo de Schelling (1775-1854) y el idealismo absoluto de Hegel, son sus componentes.
Kant se plantea el problema del conocimiento científico y universal que Hume había puesto en tela de juicio con su crítica a la causalidad. Con la información que recibimos por los sentidos producimos intuiciones, las cuales generan conceptos al llegar a nuestro entendimiento. Pero estas facultades que determinan nuestro modo de conocer, filtran toda la información que reciben a través de sus propias categorías, por lo que la información que nosotros manejamos no se corresponde fielmente con la del objeto del que procede. Como hasta entonces se pensaba que era al revés, que nuestra percepción se adaptaba a las categorías del objeto, a este planteamiento de Kant se lo conoce como la revolución copernicana. A los datos ya filtrados por nuestras categorías los llama Kant fenómenos, y al objeto del que proceden lo llama la cosa-en-sí o noúmeno. Así resulta que podemos hacer ciencia, pero a partir de los datos que tenemos que son los fenómenos, y este conocimiento será universal porque las facultades cognitivas de todos los hombres son iguales. Además, esta independencia nuestra de las cosas externas garantiza nuestra libertad. En cambio, no seremos capaces de conocer la cosa-en-sí, separada de toda relación con nuestra mente. A este tipo de conocimiento que envuelve tanto al sujeto como al objeto, sin ser trascendente ni inmanente a ninguno de los dos, Kant lo denomina conocimiento trascendental.
Fichte está de acuerdo con Kant, pero en su planteamiento encuentra un problema. Un problema de tipo moral, pues si toda nuestra experiencia tiene que basarse en la cosa-en-sí, en el noúmeno, en algo que está fuera de nosotros y sometido a la acción de la causalidad que gobierna la naturaleza, como esta experiencia nuestra es la que condiciona nuestros actos, nuestros actos estarán sometidos a esa causalidad y no seremos libres. De aquí parte el idealismo de Fichte, que necesita que esa realidad no salga del yo. Para ello lo primero que hace es postular el yo como algo existente, lo cual es un acto simple no condicionado por nada. Si para Descartes el yo era una sustancia, una cosa pensante, y para Kant el yo era pura actividad pensante, la misma para todos los hombres y separada en cada uno de nosotros, para Fichte se trata de un yo absoluto que nos envuelve a todos y que se hace inmanente en cada uno de nosotros. Una vez postulado el yo de esta manera, necesita de algo con lo que interactuar, y entonces, una vez postulado el yo, todo lo demás es también postulado como el no-yo. Primero se pone el yo como existente y como acto seguido y consecuente se pone el no-yo. Lo que para Kant era el mundo de las cosas-en-sí, es para Fichte el no-yo, que viene a ser algo así como la inmanencia de la experiencia, aquello en lo que consiste la experiencia, y que le permite al yo realizarse o estar haciéndose, aplicando reglas que provienen de la razón práctica.
Schelling al principio está de acuerdo con Fitche, pero piensa que lo mismo que Fichte postula primero el yo y después el no-yo, quedándose en la subjetividad, se podría hacer al contrario. Él considera que entre la naturaleza y el espíritu existe una fuerte vinculación, porque la naturaleza es inteligencia en devenir, espíritu que llega a ser. Sin embargo, posteriormente cree que tanto el sujeto como el objeto proceden de una identidad absoluta que no es ninguno de los dos, sino los dos a la vez, como un momento de identidad entre el espíritu y la naturaleza, un momento en el que el espíritu y la naturaleza son idénticos. Esto, dice Schelling, no se puede expresar conceptualmente, y solo se puede conocer por una intuición intelectual. Más tarde Schelling, muy influenciado por los avances científicos que él conocía bien, renuncia a este concepto de identidad y explica la realidad como una evolución de la naturaleza, un despliegue gradual que se va manifestando por etapas sucesivas: naturaleza inorgánica, naturaleza orgánica y espíritu, culminando en un último estadio que es la libertad humana. Como si la naturaleza fuera despertando por grados hasta llegar a la libertad. Esto, nos dice Julian Marías, es de una gran belleza y del gusto de los románticos, pero sin duda exasperaba a la mente lógica y metafísica de Hegel.
Hegel quiere hacer una filosofía científica y, como en la ciencia, piensa que la verdad está en la totalidad. Por una parte, encuentra que la identidad absoluta de Schelling, que es una totalidad, carece de contenido. Y por otra, considera que las cosas-en-sí de Kant quedan sueltas como quedarían los miembros del cuerpo humano separados unos de otros, y eso no tiene valor, porque el mundo lo componen todas las cosas interrelacionadas entre sí. Lo mismo que un perro blanco no es una sustancia, perro, separada de su predicado, blanco, sino que ambas definen conjuntamente al ente perro, el sujeto y la cosa-en-sí de Kant no son independientes. Al conocer un objeto no hay que verlo solo como sustancia sino también como sujeto, como algo que encierra el dinamismo mental de la subjetividad. Igualmente, el sujeto no es nada en sí mismo, y su ser es una función del objeto que lo determina, porque entre el sujeto y el objeto existe una relación dinámica. Por otra parte, cuando Kant busca un criterio de verdad lo hace comparando su concepto con la cosa-en-sí. Para Hegel esto no es correcto, porque el concepto no hay que compararlo con la cosa-en-sí, sino con el objeto tal como se manifiesta en mi conciencia, que tendremos que cambiarlo en el caso de que no haya concordancia. Todo esto sucede en el camino dialéctico de Hegel desde la certeza sensible hasta el saber absoluto. Para Hegel la realidad es el absoluto, una realidad radical donde todas las cosas se fundan unas en otras y solo son un momento de ese absoluto. El idealismo de Hegel se resume en esta frase suya: Todo lo real es racional y todo lo racional es real.
Figura: Figura elaborada con elementos de Pixabay
¿Cómo se llega el idealismo de Hegel a servir de base a las teorías socialistas/comunistas?. Sería bueno una ampliación sobre esto. Un abrazo
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Ciertamente Marx viene de lo que llaman la izquierda Hegeliana. Pensaremos un post sobre cuál es el punto de enlace.
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