
Una definición técnica tradicional para explicar qué es el leguaje diría más o menos que es una puesta en acción de los órganos de fonación, que nos permite comunicarnos y expresar nuestras emociones para sacar al exterior nuestras vivencias y sentimientos internos.
Sin embargo, si recordamos que los términos lenguaje o palabra proceden del griego logos, nos damos cuenta de que se puede profundizar algo más, pues para los griegos, logos no solo significa palabra, sino palabra en cuanto meditada, razonada, reflexionada etc., y por lo tanto es también razonamiento, argumento, inteligencia, pensamiento y sentido, ya que con el logos hacemos patente y mostramos aquello de lo que hablamos. Por eso, cuando Heidegger quiere profundizar en el lenguaje nos dice que el logos es el auténtico elemento fundante del lenguaje.
Desde un punto de vista existencial, desde el ser, sabemos que el hombre descubre y comprende lo que hay a su alrededor, y al descubrir las cosas las sitúa en un mundo abierto donde cobran un significado del que brotan las palabras. Y cuando el hombre comprende necesita articular su comprensión. De la conjunción de ambas cosas, palabras y articulación de la comprensión, surge el lenguaje, quedando ahí, en el mundo, a la mano, para lo que sea menester. Tenemos pues que el ser es el primer fundamento del lenguaje, y que la clave de su esencia la encontramos en el logos. Por eso el decir humano solo encuentra su autenticidad cuando viene iluminado desde el ser y tiene su fundamento en el logos.
Como el ser de una cosa es lo que hace que esa cosa sea lo que es, el ser de cada uno de nosotros es nuestro existir, es decir, algo que vamos desplegando desde que nacemos hasta que morimos y que en su totalidad hace que yo sea el que soy. ¿Y qué es lo que más arropa nuestro existir? ¿Qué es lo que más lo condiciona? ¿En qué es en lo que más nos apoyamos para realizarnos? Lo que nunca nos abandona, lo que es parte de nosotros mismos, lo que hace posible nuestra apertura al mundo y sin lo cual no seríamos lo que somos es el lenguaje. Y puesto que el ser solo puede desplegarse a través del lenguaje, Heidegger considera que el lenguaje es la casa del ser. Pero como, además, el ser solo puede desplegarse en el ámbito del hombre, esta casa del ser es también la casa del hombre, por lo que podemos decir que en el lenguaje cohabitan el hombre y su ser.
La primacía del ser con respecto al lenguaje no lo hace independiente del mismo, pues si el despliegue del ser tiene que llevarse a cabo arropado por el lenguaje, éste también determina a aquel, dando lugar a que entre ambos exista una co-pertenencia, y a que el ser, por estar presente en la palabra, pueda advenir a la autoexpresión. El lenguaje es pues el ámbito donde se hace posible la co-pertenencia entre el ser y el hombre.
Con la palabra desvelamos el ser de las cosas, y cuando en ese desvelamiento recogemos la esencia de cada ser, toda su riqueza queda recogida en el significado de la palabra que la designa. Sin embargo, cuando nosotros hablamos solo le asignamos a cada palabra un significado muy limitado. Por eso cada palabra encierra mucho más contenido que el que nosotros le damos al utilizarla. Cada palabra nos transmite mucho más que lo que nosotros transmitimos al emplearla. Es por eso por lo que podemos decir que la palabra habla y que el hablar de los hombres es solo una correspondencia del hablar de la palabra. Por eso la palabra hay que experimentarla en tanto que palabra, analizándola en su propio despliegue, desligada del hablar de los mortales, pues solo así conoceremos su esencia, brotada en el descubrir y en la significatividad de las cosas.
En el contexto de la filosofía de Heidegger, el pensamiento es un hablar y decir primigenio del lenguaje que tiene como misión prestar oído a las palabras. El pensamiento está impregnado de lenguaje. Su relación con el ser es doble, pues el ser mantiene siempre viva la actividad de pensar y a través del pensamiento, que siempre escucha sus dictados, el ser muestra su compromiso con la verdad. Con el pensamiento el hombre corresponde a la interpelación reivindicadora del ser, y esta correspondencia es un hablar al servicio del lenguaje. Pensar es escuchar la voz del ser, y en el pensamiento el ser se expresa como palabra. Por eso se puede decir que el hombre escucha con el pensamiento la voz del ser y la expresa con palabras. Solo mediante el pensamiento el hombre puede vivir y morar en la casa del ser, y de este modo cumplir con el compromiso del despliegue de su propio ser.
Fotografía: Pixabay
Estoy en busca de información sobre la evolución del lenguaje y el efecto sobre la dificultada de las nuevas expresiones.
La evolución del lenguaje nos facilita el habla? Desde mi óptica es lógico pensar que el lenguaje busca que nos podamos entender y si una expresión entorpece esa dinámica esta será desechada y sustituida por alguna que facilite el intercambio de ideas.
Les agradecería su orientación al respecto.
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