
Cuando Kant se acerca al arte lo hace en primer lugar a través del gusto, ese buen gusto o falta de gusto que todos tenemos, que es un modo de sentir en el que participan todas nuestras capacidades sensoriales individuales, y también las normas y directrices de la comunidad en la que intelectualmente estamos alojados. Desde el gusto define el arte como la representación bella de una cosa, y nos dice que lo bello nos causa un sentimiento de placer por la idoneidad que tiene el objeto representado para nuestra capacidad de conocimiento. El ideal de lo bello se alcanza cuando en lo representado aparece la figura humana, pues entonces quedan unificados en una misma entidad tanto la figura representada como lo que ella nos transmite.
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